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¿Cómo formular un proyecto de desarrollo social?

Llevar a cabo una serie de cambios en nuestra comunidad, requiere de sensibilidad para percibir los principales problemas que afectan al colectivo y de un compromiso por parte de las personas involucradas por hacer las gestiones y reunir las voluntades necesarias para trabajar por un objetivo común.

Sin embargo, esta intención de transformar no solo debe depender de las ganas o el afán de varias personas, sino que necesita de planificación. Cambiar nuestra realidad y mejorar nuestra calidad de vida requiere de una serie de conocimientos para cumplir con las metas trazadas y alcanzar a los verdaderos beneficiarios. 

En este artículo te vamos a presentar los aspectos más importantes sobre cómo formular un proyecto de desarrollo social, y así darle claridad, pertinencia a tus ideas, y garantizar la obtención de los recursos necesarios para concretarlas. 

 

¿Qué es un proyecto de desarrollo social?

Un proyecto social debe asumirse en primer lugar como un proceso. Como todo proceso, es un ciclo de acción, una secuencia de pasos que permitirán obtener un conjunto de productos para lograr unos resultados y generar unos impactos. 

Elaborar un proyecto social surge de una necesidad o un deseo de mejorar la realidad que nos rodea, por lo que debe presentarse como un plan de trabajo que indica exactamente todo lo que debe hacerse para alcanzar ciertos objetivos. 

En tal sentido, todo proyecto debe siempre indicar una descripción de lo que se quiere conseguir, señalando con precisión cuál es su finalidad. Además, el proyecto de desarrollo social debe exponer las características del entorno en el que se va a implementar, así como de la población que va a resultar beneficiada. 

Debe incluir cada detalle de todos los aspectos técnicos necesarios para su realización, así como los recursos imprescindibles para su desarrollo. De igual forma, debe presentar con claridad el tiempo que se requiere para ejecutarlo, con las metas que se obtendrán en cada fase de dicha ejecución. 

¿Por qué se le dice social? Porque hace referencia a las condiciones de vida del ser humano, es decir, a las necesidades más básicas de las personas como alimentación, vivienda, educación, salud o empleo. Al tomar en cuenta esto, se puede identificar mejor la naturaleza social del problema que se quiere resolver y que aqueja a la comunidad. 

 

¿Cómo formular o desarrollar un proyecto social?

 

  1. Debes seleccionar un problema concreto, que tenga una solución viable y realista. Para esto hay que ir siempre al sitio donde se vive el problema, hablar con las personas afectadas y comprender la óptica que tienen de la situación. Detectado el problema, se necesitará de un análisis más detallado para obtener más información sobre el origen de dicho problema, y de esta manera poder vislumbrar algunos efectos. 

 

Esta fase de diagnóstico constituye la base sobre la que se monta todo el proyecto, ya que a través de este ejercicio se establecen los aspectos prioritarios del problema, sus causas, sus consecuencias y posibles áreas de intervención. Para elaborar el diagnóstico es recomendable seguir la metodología del árbol de problemas.

  1. Luego de diagnosticar el problema, se debe proceder a diseñar el proyecto. Esto es básicamente la presentación de la propuesta de trabajo, siguiendo lineamientos y procedimientos metodológicos claros que identifiquen con claridad los actores involucrados y los beneficiados, así como la secuencia de pasos a seguir o estrategia. 

 

La fase de diseño del proyecto social debe contemplar una justificación que explique las razones de la estrategia asumida, junto con los objetivos generales y específicos, los resultados y productos esperados, y las actividades que deben realizarse. Estas actividades, así mismo, deben especificar los recursos necesarios para llevarse a cabo.

 

  1. El documento del proyecto incluye una propuesta de evaluación, es decir, procedimientos, fuentes de información y aspectos a evaluar, para comprobar que se alcanzaron los resultados esperados. 

 

Una evaluación es aquella ponderación o apreciación que se emite, ya sea por una persona o por un equipo, sobre las actividades, productos y resultados que va arrojando el proyecto. La evaluación no debe asumirse como algo destinado al final del proyecto, sino que debe estar presente en cada fase; de esta manera se resaltan los cambios ocurridos y se toman decisiones para establecer nuevos cursos de acción en caso de que no se estén logrando las metas y expectativas previstas. 

Es importante señalar que la metodología del árbol de problemas, permite transformar el problema central en objetivos específicos y metas a alcanzar, convirtiendo en situaciones positivas, las causas y efectos del problema que han sido presentados como situaciones negativas. Así mismo, es clave acotar que los frutos materiales de un proyecto se califican como productos, mientras que los efectos cualitativos en la población atendida se les considera como resultados. 

Más allá de cumplir con una secuencia de pasos, la gestión de proyectos sociales debe reflejar muy bien la participación de la comunidad en la solución escogida. De esta forma es posible garantizar mayor precisión en el impacto esperado y así fomentar desarrollo local.

 

 

 

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